Ese calor que se te pega al cuerpo y no te deja respirar con normalidad ; ese calor, que parece que coarta la libertad, nos hace sentir presos de esa sensación. Presos y a la vez adictos a ella. Incomodidad que llega a ser placentera cuando te relajas e intentas pensar en otra cosa.
Calor que cuando se marcha deja paso a un frío estimulante , que nos proporciona ganas de erguirnos sin saber bien con que fin , gritar al mundo en muda protesta reivindicando entender algo de lo que ocurre a nuestro alrededor. Frío, que tras desvanecerse deja un vacío incalculable, toda esa energía más espiritual que química desaparece tan rápido y sigilosamente como llegó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario