Queda una gota en el fondo de vaso, escondida bajo dos cubitos de hielo que parecen no quererse derretir nunca.
Apoyo la comisura de mis labios y susurro que no quiero que esa gota se evapore aunque vivamos en el infierno. El calor de mi piel quema al roce con el hielo. Gota tras gota van cayendo las barreras, y cada vez veo mejor lo que hay tras mi propio muro de Berlín.
A veces creo entenderlo todo, comprender esta sensación y saberla llevar. Sin embargo ,en un descuido, vuelvo a estar perdida entre palabras que no cobran sentido en mi cabeza.
Intento balbucear una respuesta coherente , pero no puedo.
Abro una puerta, y tras esta aparece un nuevo pasillo, continuando un laberinto que comenzó hace mucho.
Dicen que hay laberintos que no tienen salida, .. también dicen que nada es eterno.
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