Aún no ha amanecido. Abres los ojos despacio, tomas consciencia de tu situación. Puedes respirar, parece que las torturas han cesado por un par de horas.
-Tengo que aprovechar el poco tiempo que tengo para concienciarme de mi causa, estoy dispuesta a morir, a sufrir hasta el desvacenimiento. Prometí demorar hasta la última gota de mi sangre y ahora no me echaré hacia atrás. Soy un sacrificio necesario, una perdida tolerable. Seré mártir de la religión del silencio, de mi propio código de honor.
Suena un tintineo, parecen llaves. Se acerca. El corazón vuelve a su arritmia, tratas de tomar todo el aire que cabe en tus pulmones y te concentras en desconectar tus extremidades. Golpe tras golpe sientes como van desconfigurando completamente tu rostro.
-La sangre cae por mis mejillas, se derrama entre mis ojos y me gotea en el pecho. Oigo un intenso pitido. Creo que afortunadamente perderé la conciencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario