Ella se sentía sobrecogida, todo lo que tenía dentro y no sabía como expresar estaba fluyendo en forma de palabras , volcando cada detalle de su memoria en un antiguo diario que encerraba los secretos de un futuro incierto. Ella se reía sin ganas y lloraba como método anticonceptivo de cualquier otro sentimiento que no fuera el odio.
Ella no creía en el amor, no soñaba con encontrar a su príncipe. Vestidos y tacones de bailes a los que nunca quiso asistir flotaban en su armario. Ocupaban el espacio que le hubiera gustado dedicar a camisas firmadas por cantantes de Rock con más alcohol que sangre en vena. De pantalones altos cortados y bolsos con agujeros donde esconder secretos.
Ella decidió ser una persona que no era, decidió dedicar su vida a actuar incondicionalmente para agradar a quienes no eran capaces de agradarse a si mismos.
Tenía miedo de cerrar los ojos y verme a mí misma.
Necesitaba unas manos que arrancaran por fin la estúpida venda.
Unos brazos que me empujaran a tomar las riendas de mi vida.
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