Sedientos de realidad perseguimos fantasmas que reflejan nuestros deseos y nuestros miedos. Exentos de pilares fuertes sobre los que construir, divagamos entre multitudes anestesiadas, fingiendo aceptar un entorno al que no pertenecemos. Difamamos en nombre de la normalidad, lloramos al sentirnos identificados sin saber que somos tan parecidos que nos sentimos diferentes. La gran industria hegemónica produce seres que persiguen la humanidad, pero solo encuentran humo.
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