Esa sensación similar a una burbuja de aire comprimido que asciende por tu espina dorsal. Escalofríos, sientes un nudo en la garganta , un nudo que te advierte ante la posibilidad de romper el silencio con un escandaloso llanto. Respirar profundamente e intentas mantener la compostura. Te quejas para ti misma de no saber controlar tus sentimientos, te quejas de sentir tanto. De exponerte, de tener miedo.
Te mareas dandole vueltas a las ideas que recorren tu mente, saltas de un pensamiento a otro sin ton ni son.
No se bien como establecer una conexión coherente entre mis sentimientos y la falta de aire que tengo cuando se que las cosas no están bien.
Nunca mentí, ni intenté ser alguien que no era, y ahora estoy atemorizada porque por fin se quien soy. Se lo que quiero, y me da miedo que se destruya. Como los castillos de arena, fuertes con la humedad y que se van destrozando cuando el sol azota su superficie. Aunque está claro que si se añade agua esto no ocurrirá nunca. La pregunta es, ¿estamos dispuestos a movernos a por agua cada vez que la sequedad resquebraje los muros de nuestros sueños?
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