jueves, mayo 31, 2012
Que ser valiente no salga tan caro, que ser cobarde no valga la pena
Nunca admitió ser la chica timida de la fila de atrás, ciertamente no lo era. Muchos la veían como alguien común. Ni mejor ni peor que el garrafón del que mana toda la mugre de la sociedad. Quizá a ratos se sentía así. A ratos la lumbre se la comía, la encerraba en una lumbre y no dejaba paso a sus locuras. Sus genialidades quedaban rezagadas bajo la dictatorial monotonía. Ella era una chica más entre un grupo de chicas menos. Es difícil de explicar, pero podríamos decir que nunca se dormía antes de las 3 de la mañana por miedo a que , al despertarse, sus sueños desaparecieran y se viera , una vez más, donada al vacío de su vida. Entre cristaleras inmensas la apaciguada luz, con quien nunca chocó el destino. La inverosimilitud de las miradas por los pasillos que arrancaban , poro a poro, sus ganas de vivir. Dejemos ya pues a las ganas los suspiros y a los suspiros el aliento.
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