lunes, septiembre 23, 2013

menos de 48 horas

Todas las historias tienen un comienzo, un nudo y un desenlace. 
Las historias se suceden una tras otra en nuestra vida. A veces vivimos en dos historias de forma simultánea, otras veces sentimos que nuestro cuento ha acabado, que somos libros en blanco que algún escritor infantil olvidó rellenar con dibujos de animales sonrientes y mensajes de bondad.

Mientras cambiamos de libro suceden muchas cosas en nuestra vida, pero a esas cosas no las consideramos una historia en sí, son una especie de prorrogo para lo que vendrá después. Pues bien, hoy me gustaría prestar toda mi atención y más a la mejor parte de mi vida, el prefacio de la historia que estoy por escribir. El tintero del que salen estas palabras, estas lágrimas y estas sonrisas. Me gustaría hacer un agradecimiento antes de pensar en la novela. Esas primeras palabras,  que son, normalmente, las últimas de cada escritor , son las palabras de mi historia.

Para esas palabras mudas que acompañan entre historia e historia, esos pilares transparentes, esas personas que te ayudan a pasar de libro en libro. Por todas esas personas que no dejan que te pierdas en la biblioteca de tus pensamientos. 

Por las únicas personas que merecen ser protagonistas de mi historia. Esta historia que comenzó hace algún tiempo ya. Por el mejor agradecimiento.

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