Tras la primavera las flores se marchitan, sus pétalos van cayendo hasta depositarse en el suelo. Pasos que aplastan lo que antes albergaba color y vida. El olor de las flores se desvanece con ellas, ya no se respira dulzor en el aire ni el polen provoca alergias a los más pequeños.
El viento sopla con más fuerza que nunca y miles de hojas se desprenden de los árboles y se deslizan acariciando las aceras. Rozando las frías calles de Madrid. Esas calles que cuentan tantas historias de besos robados, amores perdidos y corazones partidos.
Termina la estación del amor, sus frutos se pierden en el bullicio de la ciudad y viene una nueva estación.
La primavera terminó al igual que acaban las historias de amor. El sabor dulce de los besos abandona tu boca para dar paso a la amargura de las lágrimas. Dejas pasar el tiempo y miras como se marchitan las flores que te regale. Nunca te regale gardenias por miedo a cumplir la canción y ahora me encuentro con un ramo de rosas a las puertas de un coche que no es el tuyo.
El calor del tacto de tus abrazos, el suave algodón de las sábanas de mi cama que ha olvidado como acariciarme ahora que no estas tú.
Desde este cementerio tan frío como los besos que no te di te pido perdón. Perdona por quererte menos que la muerte.
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