jueves, noviembre 01, 2018

Y un café y un cigarro para la señorita.

Hay velas que se apagan para dar paso a incendios forestales que consumen todo lo que encuentran a su paso. Y desde el trozo de pradera que queda verde, me empeño en despedirme de los versos de las mañanas compartidas, con un soneto acalorado de recuerdos de verano.
Sin pena, ni pesar, admitimos que algo que nunca empezó, tampoco puede acabar. Y resuena un tintineo en mi cabeza, lo bueno si breve, volverá.


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